viernes, 11 de julio de 2014

Baggio un genial estratega


 
Al talentoso Roberto Baggio, lo apodaban así en Italia: Il Codino (el divino). Ese apodo indudablemente, certifica lo que realmente fue: un jugador talentoso. No solamente, tenía la virtud de ser un futbolista ingenioso, también llegaba con frecuencia al gol. El público que sigue los Mundiales de fútbol, pudo disfrutarlo en las Copas del Mundo de Italia (1990), Estados Unidos (1994) y Francia (1998).

Contando los 3 certámenes mundialistas, jugó 17 partidos y anotó 9 goles. La cantidad de tantos convertidos demuestran que fue un jugador muy valioso en el seleccionado italiano y que dejó un gran recuerdo: por sus goles y por su juego.

Roberto Baggio inició su carrera en el Vicenza, en 1982, en la Serie B italiana. El volante creativo permaneció en esa formación, durante 3 temporadas, en donde convirtió 13 goles en 36 encuentros jugados. Sus actuaciones en ese combinado, despertaron el interés de la Fiorentina, quien lo adquirió en el año 1985.

En el conjunto florentino, demostró sus dotes de artillero en sus últimas dos temporadas ya que marcó 15 y 17 tantos. En la alineación de Florencia, estuvo 5 temporadas, en donde anotó 39 goles, hasta que la Juventus lo incorporó en la temporada 1990/1991.

En la escuadra de Turín, no desentonó porque continuó creciendo su faceta goleadora porque en sus primeros años, convirtió 53 tantos. 

Su juego ingenioso y los goles anotados, colaboraron para que en 1993, el combinado turinés consiga la Copa UEFA y en la temporada 1994/1995 obtenga el campeonato italiano y la Copa Italia. En síntesis, en la Juventus, el ex armador del Vicenza, disputó 141 cotejos (durante 5 temporadas) y marcó 78 tantos. Una gran campaña en el equipo de Turín y luego de un año sin logros, se marchó hacia el Milán en 1996.

En el conjunto milanés, en su  primera temporada, anotó 7 goles que colaboraron para que consiga un nuevo campeonato local. En su segundo año, convirtió 5 tantos (en 23 partidos) y no pudo lograr títulos. En consecuencia, luego de ese año irregular, el medio campista creativo se marchó hacia Bolonia, en donde recuperó su gran nivel. En el Bologna, si bien no salió campeón, Baggio volvió a ser un demonio para los porteros, ya que marcó 22 goles.

Luego de esa gran estadía en la formación boloñesa, volvió a Milano, pero para jugar en el otro equipo rival: el Inter. En el conjunto milanés, no pudo repetir sus grandes actuaciones, debido a una mala relación que tuvo con el entrenador Marcello Lippi.  Solamente estuvo dos temporadas en el club nerazzurro y anotó 9 tantos, en 41 partidos disputados.

Después de ese paso frustrado por el Inter, volvió a mostrar sus credenciales de jugador talentoso en el Brescia, en donde jugó 95 encuentros, en 4 temporadas. En su primer año allí, marcó 11 goles en 25 partidos, pero en la siguiente temporada se lesionó el menisco y el ligamento cruzado de la pierna izquierda. Su recuperación demandó 76 días, que no minaron su amor por el fútbol.

Regresó en un cotejo ante el Bologna y en los años venideros, volvió a demostrar su talento y su capacidad como artillero (convirtió 34 tantos). Luego de dos años, en 2004, Baggio se despidió de este deporte, en un partido ante el Milán, en el estadio San Siro. De esta manera, en sus últimos años en el máximo nivel, no desentonó y el público agradecido, disfrutó de su juego y le brindó el mejor homenaje: un cálido aplauso y una larga ovación.

Debido a su labor en el Brescia, los dirigentes le rindieron un gran tributo: decidieron retirar la camiseta número 10. Por todo esto, Roberto Baggio entró en la galería de los grandes futbolistas, que dejaron un gran recuerdo por sus destacadas actuaciones en la selección italiana, en el Vicenza, la Fiorentina, la Juventus y el Brescia. 

 

Por Diego Bentivegna

 
@bentidiego

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